Y cuando sea de noche
Y los gesmils olorosos
me recuerdan la ausencia de tus ojos apagados,
volveré a la alameda donde nos encontramos.
Aquel día de invierno,
en el paseo de tu pueblo,
donde todavía,
a la reja de las ramas de los olmos
acogen los pájaros
que en mi corazón ya no cantan.
Volveré a la Fuente,
en la Plaza Cerrada,
en el Palau donde las aguas
como antiguos violines
cuentan viejas historias
en las plazas de piedra.
Y tu nombre escribiré
en tardes naranja
en la frágil memoria de unas flores de papel
que noviembre recuerdan.
Pasaré por las calles,
agrietados por el silencio,
con fragancia de acacia y fantasmas desde polvo.
Y de nuevo volveré evocar la distancia,
la hoguera de unos labios como una viña en llamas.
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