miércoles, 4 de marzo de 2009

juegos malabares

- ¿Por qué no te sientas hoy conmigo?-me preguntó con una sonrisa.
Lo hice de inmediato, contemplándolo con precaución. Él debía de esperar que yo comentara algo y por fin conseguí decir:
- Esto es diferente.
- Bueno - hizo una pausa y el resto de las palabras salieron de forma precipitada-. Decidí que, ya puesto a ir al infierno, lo podía hacer del todo.
Esperé a que dijera algo coherente. Transcurrieron los segundos y después le indiqué:
- Sabes que no tengo ni idea de a qué te refieres.
- Cierto -volvió a sonreír y cambió de tema-. Creo que tus amigos se han enojado conmigo por haberte raptado.
- Sobrevivirán.
Sentía los ojos de todos ellos clavados en mi espalda.
- Aunque es posible que no quiera liberarte - dijo con un brillo pícaro en sus ojos.
Tragué saliva y se rió.
- Pareces preocupada.
- No -respondí, pero mi voz se quebró de forma ridícula-. Más bien sorprendida. ¿A qué se debe este cambio?
- Ya te lo dije. Me he hartado de permanecer lejos de ti, por lo que me he rendido.
Seguía sonriendo, pero sus ojos de color ocre estaban serios.
- ¿Rendido? -repetí confusa.
- Sí, he dejado de intentar ser bueno. Ahora voy a hacer lo que quiero, y que sea lo que tenga que ser.
Su sonrisa se desvaneció mientras se explicaba y el tono de su voz se endureció.
- Me he vuelto a perder.
La arrebatadora sonrisa reapareció.
- Siempredigo demasiado cuando hablo contigo, ése es uno de los problemas.
- No te preocupes...No me entero de nada -le repliqué secamente.
- Cuento con ello.
- Ya. En cristiano, ¿somos amigos ahora?
- Amigos...-meditó dubitativo.
- O no -musité.
Esbozó una amplia sonrisa.
- Bueno, supongo que podemos intentarlo, pero ahora te prevengo que no voy a ser un buen amigo par ti.

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