Hace poco me recomendaron que me leyese “ya no sufro por amor” es un libro de Lucía Etxebarría una escritora a la que me estoy aficionando y la cual no me paga nada por la propaganda
Y como le decía a Chiqui te desmigaja todas aquellas ideas que tenemos asentadas en nuestra cabeza en lo que a relaciones se refiere, como por ejemplo el SEXO… ¡¡ahora mismo se ha convertido en una segunda necesidad obligatoria para todo el mundo!! De modo que si no follas es, o porque eres un paria o una estrecha, ya que el término “no follo porque no quiero” no existe, parece que estamos obligados a ello y si no lo hacemos estamos condenados socialmente ya que todos pensarán que, o no gustamos y por eso no follamos, o porque algo falla (gay/les reprimido)
Pero lo mejor no acaba ahí, sino que cuando nos decidimos a embarcarnos en una aventura sexual pedimos aquello que no existe: un cuerpo perfecto, el tamaño ideal y una personalidad hecha a medida. El resultado: una creciente frustración. Pero la pescadilla se sigue mordiendo la cola y es que aunque intentemos evitarlo el sexo nos acompaña a todas partes, acordaos del anuncio de Magnum donde aquella chica de labios irresistibles se comía un helado en actitud erótica, o del anuncio de Axe en el cual un chaval enclenque con una sola fumigación del spray atrae a todo bicho viviente del sexo femenino.
Con esto no quiero decir que el Sexo haya que sobrevalorarlo y transportarlo a las costumbres religiosas que tanto se afanan en sobreprotegerlo, sino en liberarlo un poco de nosotros mismos, de tal forma que si alguien quiere mantener encuentros casuales que lo haga si las dos personas saben lo que van a hacer, pero no que se asocie o se imponga a una necesidad que dista mucho de serlo.
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