Desde el momento en que Ruth quedó oficialmente catalogada como <>, todos aquellos chicos con granos, poluciones nocturnas y complejos de inferioridad se aficionaron a acercarse a ella buscando sexo, o algo parecido al sexo, y escondiendo debajo de ese deseo reconocido uno menos reconocido de armar una insegura virilidad. Todos los chicos querían pasar una tarde con Ruth...Pero sólo una, porque las putas, como todo el mundo sabe, están para tomarlas y dejarlas. Así que cuando conseguían lo que querían -unos pocos morreos y algún que otro magreo en alguna esquina poco iluminada más o menos cercana al portal de Ruth-, se iban derechitos a su casa, a desahogarse como podían la trempera tamaño familiar que había resultado de la sesión de jueguecitos con Ruth, y no volvían a dirigir la palabra a aquella paria, por mucho que la paria les gustara.
Lo curioso es que Ruth conocía perfectamente las reglas del juego, sabía que si les dejaba besarla y tocarla ya no sabría más de ninguno de ellos, y deseaba con todas sus fuerzas que alguno se quedase, contar con al menos una persona que la quisiera, o, en su defecto, si tal cosa resultara tan difícil de conseguir, contar al menos con alguien con quien salir. Pero seguía besándoles de todas formas, esperando, inútilmente, que alguno dejase de ser rana y se convirtiese en príncipe, y sabiendo en el fondo que todos iban a seguir siendo ranas después de besarla, y seguirían con sus granos, sus poluciones nocturnas y sus concepciones absurdas sobre la vida, el amor y las mujeres. Entonces, ¿por qué participaba Ruth en aquel juego? ¿Por qué se dejaba besar y magrear? Según diría nuestro psicólogo asesor: porque estaba buscando cariño desesperadamente y no sabía dónde encontrarlo. Según podría añadir el mismo psicólogo o cualquier otro – y esta explicación combina con la anterior-, porque las únicas veces en las que obtenía la atención que andaba buscando lo hacía utilizando un reclamo sexual. Aunque ésa no fuera exactamente la atención que, según el psicólogo, Ruth andaría buscando, se trataba de una atención al fin y al cabo, de forma que Ruth continuaba reclamando consideración de la única forma que sabía que podía conseguirla.
........
Después de esta pequeña historia hagamos un juego, sustituyamos el nombre de Ruth por el nuestro, cuantos de vosotros habéis sido, sois, o seréis una pequeña Ruth??
No hay comentarios:
Publicar un comentario